Los rendimientos de las calderas están directamente relacionados con el tipo de combustible que usan, ya que no todos tienen el mismo poder calorífico.
Los gases licuados del petróleo (GLP) tienen mayor poder calorífico que el gas natural o el gasóleo.
Es habitual ver, en las calderas industriales de vapor, el valor de poder calorífico inferior (PCI) para reflejar su rendimiento. Si se trata de una caldera de condensación, el rendimiento que se obtiene es mayor, y se fija según el PCS (poder calorífico superior) del combustible.
Ningún combustible y por tanto ninguna caldera llega al 100% de rendimiento, pero si se siguen las recomendaciones de los fabricantes, como ATTSU, para su funcionamiento y mantenimiento, se puede hacer mucho más eficiente su rendimiento en el trabajo y ahorrar así recursos naturales.