Dadas las características técnicas tan específicas de las calderas industriales y la gran importancia de los procesos de producción en los que intervienen, el vínculo que se establece entre fabricante y titular de cada caldera es casi para toda la vida. Las dos partes tienen deberes y obligaciones respecto a la otra regulados por la legislación.
El fabricante, por ejemplo, debe entregar al titular toda la documentación necesaria sobre la caldera que acaba de adquirir, desde las instrucciones de funcionamiento y mantenimiento hasta los dispositivos de seguridad y control. El titular de la caldera, por su parte, debe contar con personal especializado para hacerla funcionar, debe realizar las revisiones y reparaciones necesarias para mantener la caldera en perfecto estado para obtener su máximo rendimiento y debe encargarse de las comprobaciones de seguridad. El titular de la instalación también es la empresa responsable de legalizar la instalación del equipo y de realizar las inspecciones obligatorias conjuntamente con la empresa acreditada para realizarlas.